En un recipiente, puesto al baño maría, ponemos las claras de huevo y el azúcar, y removiendo constantemente esperamos a que el azúcar se deshaga. Para saber que se ha deshecho completamente, sólo tenemos que coger un poquito de clara entre nuestros dedos, si no notamos ningún grumo, es que está.
Dejamos enfriar las claras (se puede hacer sin enfriarlas, pero nos va a costar muchísimo mas montarlas).
Una vez frías, o casi frías, empezamos a montarlas, empezando por una velocidad baja y subiendo poco a poco.
Cuando veamos que se está empezando a formar el merengue añadimos el cremor tártaro.
Debemos montarlo hasta conseguir un merengue duro, ya sabes, el pico que se mantenga arriba. 🙂
Bajamos la velocidad al mínimo y empezamos a añadir la mantequilla, que hemos partido en trozos. De uno en uno, y dejando unos segundos entre uno y otro.
La crema empezará a tener pequeñitos trozos de mantequilla y se habrá vuelto mas líquida, está bien. Es posible que es un momento dado pueda parecer que nuestra crema se ha cortado, también está bien. Subimos la velocidad al máximo, y poco a poco veremos como esa mezcla se va convirtiendo en una crema uniforme.
Se termina convirtiendo en una crema suave, consistente y versátil. (Versátil porque se puede integrar cualquier sabor).
En este cupcake va con su sabor original.