En un bol grande, ponemos la harina normal, la harina de maiz, azúcar y la sal. Mezclamos con unas varillas.
Exprimimos la mitad del limón, sobre la leche, y lo dejamos reposar.
Agregamos la mantequilla a la mezcla de harina, y con ayuda de un mezclador, o con los mismos dedos, mezclaremos hasta conseguir una especie de harina gruesa e irregular.
La leche con el zumo de limón que tenemos reposando, habrá adquirido un aspecto de leche cortada, está bien, es así. La incorporamos al bol, y con ayuda de una cuchara de madera, iremos mezclando y formando una bola.
Al final pasaremos a amasar con las manos. No deberemos intentar conseguir una masa fina, sólo intentaremos formar una bola que se quede compacta. Veremos distintas tonalidades en la masa, está bien. Envolvemos en film la bola, y la refrigeramos por una hora.
Seguido preparamos las manzanas.
Las lavamos bien, y las partimos por la mitad. Retiramos el corazón y todo lo que no se coma. Estas mitades las partimos a su vez en cuatro trozos.
Ponemos todos los trozos en un bol, y exprimimos la otra mitad del limón por encima. Añadimos el azúcar moreno y removemos. Tapamos con film, y llevamos al frigorífico hasta la hora de hornear.
Pasado el tiempo de refrigeración, ponemos a precalentar el horno a 175ºC.
Extendemos la masa con ayuda de un rodillo. Lo hacemos directamente sobre el papel de horno, y aunque intentaremos hacer una forma circular, no hace falta que sea perfecta. Contra más lo estiremos, más rápido horneará.
Ponemos las manzanas que tenemos macerando, sin el líquido, en el centro. Las repartimos pero sin llegar al borde, dejando unos cuatro centímetros de masa, para formar la cubierta.
Formamos la cubierta, doblando la masa que queda libre hacia dentro, cubriendo las manzanas. Haremos los pliegues que sean necesarios para cerrar la cubierta.
Batimos el huevo, y pincelamos la cubierta y el borde de la tarta. Aquí también podemos espolvorear azúcar blanquilla por el borde, para que caramelice.
Horneamos de 45 a 1 hora, hasta que los bordes y la cubierta esté dorada.
Cuando la saquemos, pondremos la bandeja encima de una rejilla, pero no hace falta sacar la galette de ella.
Si vamos a servirla pronto, podemos añadir ahora la miel, repartiéndola por encima, pero si vamos a tardar, mejor añadirla en el último momento.