Lo primero que tenemos que hacer es mezclar la harina con el bicarbonato, lo tamizamos y reservamos para luego.
Batimos la mantequilla con los azúcares, hasta que estén bien mezclados y resulte una pasta suave.
Incorporamos la mantequilla de cacahuete y mezclamos.
Añadimos el huevo y la pasta de vainilla, y mezclamos hasta que esté bien integrado.
Incorporamos la harina, y vamos a mezclar, pero justo hasta integrar, no tenemos que sobre-batirlo.
Refrigeramos al menos 30 minutos. Este paso es importante, ya que así se quedarán mas gorditas después del horneado.
Precalentamos el horno a 180ºC.
En una bandeja de horno, forrada con papel de cocina, vamos formando bolitas con la pasta, dejando un poco de espacio entre unas y otras, porque en el horneado se desparraman un poco.
Horneamos de 8 a 13 minutos, dependiendo del tamaño. Las de la foto son bolitas de 30 gr cada una, y tardaron 10 minutos en hacerse.
¿Cómo sabes que están horneadas ya?. Las galletas tienen que secarse por afuera, vas a ver cómo se van secando, no son unas galletas que se tengan que dorar, sino secar. No dejes que se doren, si ves que se empiezan a dorar por los bordes, sácalas del horno.
Se tienen que enfriar casi del todo en la bandeja, ya que si las intentas pasar a una rejilla nada mas sacarlas del horno se te van a desmoronar completamente, se rompen. Las dejas enfriar un rato, y luego con una cuchara de galletas, o con algún utensilio plano que puedas meter debajo de las galletas las pasas a un rejilla para que terminen de enfriar.
Por último y lo mas importante, cuando ya está todo recogidito, limpito y todo en lo que nosotros consideramos en orden, nos ponemos un café, té, o lo que consideramos oportuno (no se recomiendan licores)… nos sentamos y degustamos lo que nosotros hemos horneado. 😉