Empezamos por trocear las galletas que tenemos. Lo hacemos con los mismos dedos, para dejar trozos de distintos tamaños. Parte de las galletas las volveremos migas, y parte trocitos pequeños. Reservamos.
En un bol grande, montamos la nata.
Añadimos la leche condensada y la vainilla, y a la velocidad más baja que podamos, batimos hasta integrarlo todo. Se nos bajará un poco la nata.
Añadimos las galletas que tenemos trituradas, y con una espátula de silicona y movimientos suaves y envolventes, las distribuimos.
Ponemos nuestra preparación en un recipiente hermético. Envolvemos este recipiente con papel film para aislarlo completamente y evitar que nos salga algo de 'escarcha' en nuestro helado.
Llevamos al congelador, y lo dejamos un mínimo de 6 horas antes de utilizarlo. Ya lo tenemos.