En un bol pequeño ponemos la levadura, el azúcar, y el agua caliente (no hirviendo, mas bien templada). Revolvemos un poquito y lo dejamos reposar durante 15-20 minutos, la levadura debe empezar a burbujear.
Si vamos a utilizar una batidora de pie, la ponemos el gancho de pan, y utilizamos su bol. Si vamos a hacerlo a mano, utilizaremos un bol grande.
Combinamos en el bol, la mantequilla derretida, el azúcar, la leche evaporada y la sal. Cuando la levadura esté lista, la añadimos y mezclamos.
Empezamos a añadir la harina, la mitad de una sola vez, y amasamos. Luego iremos añadiendo de poco en poco, según veamos que lo vamos necesitando. Para amasar mejor, podemos pasar a una superficie enharinada la mezcla, cuando está ya esté un poco sólida. La masa estará lista cuando no se nos pegue a los lados del bol, o a los dedos. Nos tocará amasar un rato más, después de que se nos deje de pegar, ya que la masa debe estar mas o menos lisa (notareis a lo que me refiero, no os preocupeis 🙂 ).
El bol que hemos estado utilizando, lo engrasamos y ponemos la masa ahí. Cubrimos el recipiente con un paño, y lo ponemos en un lugar donde no haya corriente, el interior del horno es muy adecuado.
Dejamos reposar hasta que casi triplique su volumen, sobre hora y media.
Volvemos a amasar la masa y la dividimos en dos. Engrasamos los moldes elegidos, y ponemos una parte en cada uno. Volvemos a tapar, y dejamos que vuelvan a subir.
Precalentamos el horno a 190ºC. Cuando la masa haya subido, la horneamos durante mas o menos 25 minutos, introducimos una brocheta para cercionarnos que la masa está horneada, tiene que salir bien limpia.
Cuando saquemos los moldes del horno, los ponemos sobre una rejilla enfriadora directamente (con el molde incluido), y seguido, con una brocha de alimentación, pincelamos mantequilla derretida por encima. Esa superficie que ahora está dura, pasará a estar blandita, y así seguirá cuando enfríe.
Dejar enfriar completamente en el molde. Una vez frío, lo desmoldamos y ya lo tenemos listo.