Empezamos precalentando el horno a 160ºC.
Derretimos el chocolate blanco al baño maría, y lo dejamos apartado para que temple.
Preparamos el molde, de 20cm x 20cm, forrándolo con papel de aluminio. Para desmoldar la tarta vamos a tener que tirar de este para poder sacarla.
En un procesador de alimentos, o manualmente, volvemos polvo las galletas y las mezclamos con la mantequilla derretida, hasta que forme una pasta uniforme.
Extendemos esta mezcla por la base del molde. Aplastando la mezcla para que quede bien prieta, e igualada.
Metemos al horno mientras hacemos la mezcla del queso y el chocolate blanco. No voy a poner minutos, ya que no necesita un horneado mínimo, sólo necesita que seque un poco. Con el tiempo que tardamos en hacer la mezcla de queso, ya nos vale. Incluso podemos saltarnos este paso, y meterla en el frigorífico mientras hacemos la mezcla de queso para que vaya endureciendo. La diferencia entre una base y otra, es que la horneada es mas fuerte y no se rompe al partir la tarta en porciones.
En un recipiente grande, batimos el queso con el azúcar, hasta que la mezcla esté suave y homogénea. Incorporamos la vainilla, la sal y el chocolate blanco que ya estará bastante templado. Tenemos que mezclar de forma suave, a la velocidad mas baja, para no incorporar aire a la mezcla.
Batimos un poco los huevos y los incorporamos gradualmente a la mezcla del queso y chocolate, a velocidad baja, sin añadir mucho aire. El batirlos antes, es para que mezclen mas rápido y tengamos que batir menos la mezcla. Pero si bates a baja velocidad y con las varillas siempre dentro de la masa, puedes incorporarlos enteros, de uno en uno.
Sacamos del horno el molde con la base que se está horneando y la dejamos unos minutos templar. Suele salir un poco ‘hinchada’, no pasa nada, es así. Con una cuchara la aplastamos, o esperamos a que baje ella misma. Mientras tanto, damos pequeños golpes a la base del recipiente donde tenemos la mezcla de queso (cogemos el recipiente y lo dejamos caer sobre la encimera desde poca altura) para sacar las posibles burbujas que hay en la mezcla.
Echamos la mezcla sobre la base de la tarta, de forma suave, para no levantarla, porque está aún frágil.
Y la horneamos durante 25-30 minutos. Cuando la saquemos del horno, debe estar blanda, temblando aún por el centro. Dejamos sobre una rejilla, y la dejamos enfriar por completo. Esta tarta queda dorada, sino quieres que quede así, se puede poner un poco de papel de aluminio por encima, pero cuando veamos que se empieza a dorar, no antes, ya que se hincha y luego vuelve a bajar.
Para hacer la mermelada, lo único que tenemos que hacer es, poner en una cazuela las fresas troceadas y el azúcar en una cazuela a fuego medio. Las dejamos cocer durante unos minutos, removiendo frecuentemente. Cuando veamos que están bastante cocidas ya, las trituramos con la batidora, para que quede mas suave la mermelada y la dejamos en el fuego unos minutos mas para espesar la mermelada.
Ya sólo queda montar el postre.
Una vez que esté completamente fría la tarta, la desmontamos tirando del papel de aluminio. Para que queden bonitas las porciones, vamos a tener que “desechar” los laterales de la tarta. La cortamos en las porciones que queramos. No es una tarta grande, no salen muchas porciones.
Ponemos las porciones donde se vaya a servir, y colocamos la mermelada por encima, dejando una capa uniforme, y con cierta cantidad. La tarta de queso necesita de la mermelada de fresa para sacar bien el sabor. Se puede decir que sin la mermelada, queda un poco ‘sosa’. Y si queremos, terminamos con una fresa entera, o media fresa (como en las fotos) para terminar de adornar.