Vamos a utilizar un molde redondo desmontable de 18 cm de diámetro.
Una vez que tengamos los ingredientes fríos montamos la tarta.
Primero montamos la ganache de chocolate blanco con una batidora de varillas. Batimos hasta conseguir una crema blanda, pero con cuerpo.
Hacemos la base de la tarta. Ponemos los 125 ml de leche en un recipiente donde podamos meter las galletas. Vamos mojando de una en una las galletas, y poniéndolas en el fondo del molde, hasta cubrirlo. Volvemos a repetir, para hacer una base de dos capas de galletas.
Ponemos por encima, un poco menos de la mitad de nuestro ganaché de chocolate blanco ya montado, y lo extendemos por toda la base.
Agregamos una o dos cucharadas de dulce de leche por encima, y lo extendemos. Se nos mezclará con el ganaché de chocolate blanco, pero no pasa nada.
Ponemos otra capa de galletas, repitiendo los pasos de la anterior vez. Mojamos la galleta en la leche, y la colocamos por encima del dulce de leche.
Cubrimos esta capa con la crema pastelera que tenemos. Nos va a sobrar un poco de crema pastelera, como un cuarto. Ponemos la crema y la extendemos dejando la superficie lisa.
Ponemos por encima, una última capa de galletas mojadas en leche.
Ponemos nuestra última capa de ganaché de chocolate blanco por encima. Vamos a dejar dos cucharadas de este ganaché para cubrir luego el lateral de la tarta. Extendemos bien la capa de ganache, y metemos nuestra tarta al frigorífico una hora para que endurezca un poco. El ganache que hemos dejado, no lo metemos al frigorífico.
Una vez pasado ese tiempo, sacamos nuestra tarta y la desmoldamos. Para hacerlo, primero pasamos un cuchillo por todo el borde, y luego desmoldamos.
Con el ganaché que teníamos reservado, cubrimos los laterales con ayuda de una espátula.
Ponemos más dulce de leche por encima de la tarta a modo de decoración y unas bolitas de chocolate para terminarla.
Guardamos en el frigorífico hasta la hora de servir.