En un recipiente, puesto al baño maría, ponemos las claras de huevo y el azúcar, y removiendo constantemente esperamos a que el azúcar se deshaga. Para saber que se ha deshecho completamente, sólo tenemos que coger un poquito de clara entre nuestros dedos, si no notamos ningún grumo, es que está.
Pasamos las claras al recipiente de la batidora, y empezamos a montarlas. Nos va a costar un poco, ya que están calientes, y el recipiente se ha calentado, esto tenedlo en cuenta a la hora de añadir la mantequilla, si las montamos muy rápido y añadimos la mantequilla sin que el recipiente haya enfriado casi completamente, se nos puede derretir. (Si esto pasa, lleva el recipiente al frigorífico, y déjalo unos veinte minutos y sigue).
Debemos montarlo hasta conseguir un merengue duro, ya sabes, el pico que se mantenga arriba.
Bajamos la velocidad al mínimo y empezamos a añadir la mantequilla, que hemos partido en trozos. De uno en uno, y dejando unos segundos entre uno y otro.
La crema empezará a tener pequeñitos trozos de mantequilla y se habrá vuelto más líquida, está bien. Es posible que es un momento dado pueda parecer que nuestra crema se ha cortado, también está bien.
Subimos la velocidad al máximo, y poco a poco veremos cómo esa mezcla se va convirtiendo en una crema uniforme, y consistente, aunque muy suave (y rica).
Añadimos las esencias y el colorante alimentario (1 o 2 ) gotas, y batir para que todo se mezcle muy bien. Deberemos terminar de mezclar con una espátula de silicona, para no dejar en el fondo o laterales crema sin mezclar.
Ya tenemos la crema lista para cubrir y rellenar la tarta. Si vamos a tardar horas en rellenar y cubrir la tarta, la tapamos y metemos en el frigorífico. Para poder usarla de nuevo, debemos dejar que coja la temperatura ambiente y batirla de nuevo.
Si vamos a utilizarla pronto, la tapamos y la dejamos a temperatura ambiente.