Empieza preparando el molde que vas a utilizar. El molde que yo he utilizado, es uno rectangular con una capacidad de poco más de un litro.
Forra el interior del molde con film de cocina, pegándolo bien a las paredes y fondo, intentando que no queden arrugas. De esta forma, el desmoldar la tarta cuando esté cuajada no será un problema.
Hidrata la gelatina. En un vaso pon la gelatina en polvo junto con las tres cucharadas de agua. En poco tiempo, la gelatina habrá absorbido todo el agua. Calienta la gelatina en el microondas, de pocos en pocos segundos hasta que está completamente disuelta. Reserva.
En la licuadora pon la leche evaporada, la leche condensada, el zumo de lima y dos gotas de colorante, mezcla hasta que estén todos los ingredientes bien mezclados. Notarás que la mezcla ha espesado, eso está bien.
Añade la gelatina que tiene que estar líquida pero ya un poco fría. Mezcla hasta que se integre.
Pon casi toda la mezcla en el molde que tienes preparado, deja como tres o cuatro cucharadas de masa reservada, para hacer una capa fina entre galletas.
Pon una capa de galletas por encima de la masa, cubriendo toda la superficie.
Con ayuda de una espátula, reparte por encima de las galletas, esas tres o cuatro cucharadas que tenías reservadas por encima de las galletas, y por otra capa de galletas por encima.
Tapa con papel film y lleva el molde a la nevera, un mínimo de cinco horas, o mejor de un día para otro.
Al día siguiente, cuando vayas a desmoldarlo, sólo tienes que voltearlo con cuidado sobre el recipiente que vayas a servirla. El film se irá despegando poco a poco y la tarta caerá sobre la superficie donde vayas a servirla. Ya sólo te queda retirar el film y decorarla a tu gusto.