Ponemos a precalentar el horno a 175ºC. Y preparamos tres moldes de 18 cm de diámetro, engrasándolo y cubriendo el fondo con papel de hornear.
En un bol, mezclamos la harina, levadura y sal. Reservamos.
En una taza, ponemos la leche, y añadimos el zumo de limón. Reservamos. No lo mezclamos, sólo lo añadimos y lo dejamos.
En un bol grande, ponemos la mantequilla, el aceite y el azúcar. Con la batidora de varillas, mezclamos hasta conseguir una crema homogénea y fina.
Añadimos los huevos uno a uno. Batiendo bien entre cada uno.
Incorporamos el extracto de vainilla batiendo bien.
Con un batidor manual, vamos a incorporar la mezcla de harina y la mezcla de leche. Lo haremos de forma alterna, empezando y terminando con la harina. Lo mezclaremos hasta que todos los ingredientes estén incorporados, sin sobre mezclar.
Repartimos nuestra masa entre los tres moldes y horneamos de 20 a 25 minutos. Para saber que esta en su punto, introducimos en el centro una brocheta, si sale limpia, está horneado.
Sacamos los bizcochos del horno, y los dejamos reposar un poco sobre una rejilla. En cuanto podamos manejarlos sin quemarnos mucho, los desmoldamos, y dejamos que enfríen completamente sobre la rejilla.
Preparamos la crema de mantequilla suiza.
En un recipiente, puesto al baño maría, ponemos las claras de huevo y el azúcar, y removiendo constantemente esperamos a que el azúcar se deshaga. Para saber que se ha deshecho completamente, sólo tenemos que coger un poquito de clara entre nuestros dedos, si no notamos ningún grumo, es que está.
Pasamos las claras al recipiente de la batidora, y empezamos a montarlas. Nos va a costar un poco, ya que están calientes, y el recipiente se ha calentado, esto tenedlo en cuenta a la hora de añadir la mantequilla, si las montamos muy rápido y añadimos la mantequilla sin que el recipiente haya enfriado casi completamente, se nos puede derretir. (Si esto pasa, lleva el recipiente al frigorífico, y déjalo unos veinte minutos y sigue).
Debemos montarlo hasta conseguir un merengue duro, ya sabes, el pico que se mantenga arriba.
Bajamos la velocidad al mínimo y empezamos a añadir la mantequilla, que hemos partido en trozos. De uno en uno, y dejando unos segundos entre uno y otro.
La crema empezará a tener pequeñitos trozos de mantequilla y se habrá vuelto más líquida, está bien. Es posible que es un momento dado pueda parecer que nuestra crema se ha cortado, también está bien. Subimos la velocidad al máximo, y poco a poco veremos cómo esa mezcla se va convirtiendo en una crema uniforme, y consistente, aunque muy suave (y rica).
Una vez formada, añadimos el chocolate fundido, que estará a temperatura ambiente, y batimos hasta que esté bien mezclado. Reservamos a temperatura ambiente.
Deshacemos un poco más de chocolate blanco y de caramelo, y lo extendemos hasta conseguir una capa muy fina sobre papel de horno, y lo metemos al frigorífico hasta que se solidifique.
Cuando tenemos los bizcochos fríos y el chocolate solidificado, montamos la tarta. Un montaje normal, bizcocho, crema, bizcocho, crema, bizcocho y crema por todos los sitios
Partimos el chocolate que tenemos solidificado, y lo vamos pegando en la crema cubriendo toda la superficie. Lo que nos sobre, lo partimos y ponemos por encima. Y ya está, lista para comer.