Vamos a utilizar un molde de 15x24 cm o similar en medidas. Pondremos tres capas de film forrando el interior del molde, para ayudarnos a desmoldar.
En un bol, batimos el queso con unas varillas manuales o con un tenedor, hasta que esté cremoso.
Añadimos 6 de las 8 cucharadas de mermelada. Mezclamos, y separamos 1/3 de la mezcla y le añadimos las dos cucharadas restantes de mermelada.
Partimos en trocitos los melocotones, reservamos el almíbar.
En el fondo del molde, colocamos los melocotones troceados, distribuyéndolos por toda la superficie de manera uniforme.
Ponemos por encima, la mezcla de queso que lleva más cantidad de mermelada, alisamos con ayuda de una espátula o similar.
Ahora ponemos parte de las galletas. Para eso, la iremos remojando en la leche, que habremos azucarado a nuestro gusto. Las sumergimos unos segundos, y las vamos distribuyendo por toda la superficie. Haremos dos capas de galletas. No debemos empaparlas completamente, cuando repose la tarta se humedecerán lo suficiente.
Ponemos el resto de la mezcla de queso por encima de las galletas. Alisamos.
Y ponemos la última capa de galletas, también dos filas. Mojamos las galletas en la leche y vamos cubriendo toda la superficie.
Tapamos el molde con film, pegando este a las galletas. Apretamos con cuidado la superficie, para que se compacte un poco toda la preparación.
Dejamos que repose unas horas en el frigorífico. Si tenemos prisa, la meteremos una hora en el congelador y luego la pasaremos al frigorífico hasta que vayamos a servirla.
Para desmoldarla, únicamente tendremos que quitar el film que recubre la tarta, y darla la vuelta sobre la bandeja donde vayamos a servirla. Si os gusta el almíbar de los melocotones, ahora se lo podéis poner por encima, es opcional.