Empezamos preparando el puré de fresas, para que tenga tiempo de enfriar. Lavamos y limpiamos las fresas, retirándolas lo verde. Las partimos en trozos pequeños y las ponemos en una cazuela, junto con las dos cucharadas de azúcar. En un principio ponemos el fuego bajo, hasta que las fresas empiecen a soltar el agua. Una vez que tengamos líquido, subimos un poco el fuego y cocemos las fresas hasta que estén blanditas.
Una vez que tenemos blanditas las fresas, las pasamos al vaso de la batidora y las trituramos. Este puré que hemos obtenido, lo colamos y lo ponemos en un recipiente que esté frio. Llevamos el recipiente al frigorífico, para que enfríe mientras preparamos el resto de la tarta.
Preparamos el molde. Necesitamos un molde redondo de 18 cm de diámetro y una altura de 5 cm mínimo. Forramos el interior del molde, primero forramos la base, con un papel mayor del diámetro para poder sujetarlo con el molde al cerrarlo. Y pondremos una tira de 5 cm de ancho por todo el lateral.
Trituramos muy bien las galletas y mezclamos con la mantequilla derretida. Ponemos esta mezcla en la base del molde, distribuimos uniformemente y la compactamos apretando con los dedos o con ayuda de algún utensilio. Metemos el molde al frigorífico mientras hacemos la mousse.
Ponemos a hidratar la gelatina. Ponemos las láminas de gelatina en un recipiente con agua y las dejamos unos minutos que se hidraten. Sabremos que están hidratadas porque se volverán muy blanditas y maleables.
Apartamos en un vaso, unos 200 ml de la nata que tenemos, el resto, la vamos a poner a montar. Cuando veamos que está poniéndose cremosa, añadiremos el azúcar sin dejar de batir. También añadiremos la esencia de vainilla ahora, para que se mezcle perfectamente.
Seguimos batiendo hasta que esté casi montada, cuando nuestras varillas ya dejen marcas que se mantengan en la nata.
Calentamos la nata que tenemos apartada en el microondas unos segundos, tiene que estar caliente pero sin llegar a hervir. Sacamos la gelatina del agua que ya estará hidratada y escurrimos el exceso de agua. Ponemos la gelatina en la nata que hemos calentado y removemos bien para que se disuelva.
Una vez disuelta la gelatina, vamos a mezclarla con la nata que tenemos montada. Añadiremos está mezcla despacio, en forma de hilo mientras volvemos a batir la nata ya montada para que se mezcle todo bien.
Añadimos el puré de fresas que tenemos enfriando, en dos o tres veces, para intentar que no se nos baje la nata demasiado.
Sin perder tiempo, pasamos la preparación al molde que tenemos preparado. Repartiéndola bien, para que nos nos queden burbujas de aire. Alisamos la superficie, y la llevamos al frigorífico hasta que la gelatina haga su efecto y solidifique la mezcla.
En unas 4 o 5 horas (incluso antes) ya tenemos la tarta lista. Sacamos del frigorífico y desmoldamos sobra la superficie que vayamos a utilizar para servir la tarta.
Adornaremos con las fresas, previamente lavadas y ya secas. Y lista para servir